Yo cuido de tus manos, que tanto me acarician. Toco un pensamiento, no tiene dueño y lo hago mio.
Te hago piel que se tropieza con mis óbices y les da una tregua. Siempre buscando causas perdidas y me cruzo con tu boca, que no tiene más dulzura que otras, pero que tiene el don de dejarme sin palabras. Tú que no eres un santo, yo que lo finjo. ¿Por que no nos enredamos con mesura y fingimos que nada era tramado?. Mi deseo callado, el tuyo contundente...
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